Y
llego la calma... o eso parecía...
Una
vez eliminada la raíz del problema y dejarla vacía de
la mas hermosa de las bendiciones; el dolor, aunque con menos
intensidad, no había desaparecido...
Sara
sentía deslizarse su juventud entre sensaciones prematuramente
aparecidas, mientras veía como la maternidad, se habría
paso entre adelantos, bautizando a todas las cuarentonas de su
entorno... El sentimiento de rechazo era mas que aceptable y sin
embargo, ahí estaba, enviando felicitaciones y alegrándose
por ellas, mientras en su interior, se libraban batallas contra su
ego.
- CALLATE.- gritaba para si misma.
- “Sabes
que tengo razón. Esto es una mierda, lo sabes!”
Sara
movía la cabeza de un lado a otro intentando mantener la
calma.
- “Odias
la menopausia, odias no ser madre, odias odias odias...”
- CALLATE!
Hoy no quiero escucharte.
Cerró
los ojos e imaginó una gran mesa llena de voces que intentaban
ser oídas entre tantas otras. Sara presidia la mesa de pie,
con los brazos en jarras y miraba fijamente la voz oscura que parecía
llevar la voz cantante.
Con
la fuerza que da ser dueño de uno mismo, levantó la
mano y se dirigió a ella.
- Aquí
mando yo.
Imaginó
una gran afonía envolviendo aquel elenco de voces, y el
resultado fue el silencio absoluto.
Y
llego la calma... o eso parecía...