Sara estaba columpiándose vertiginosamente sobre un volcán en llamas, deseando soltarse, quemarse, terminar.
Sus ojos dolían, su pelo dolia, su piel dolia, sus sueños rotos dolían, su vida dolia.
Cada noche se acostaba sabiendo que debía despertar de esa pesadilla, creando planes que deseaba recordar al dia siguiente, convenciéndose que el dia de hoy era una prueba y a la mañana siguiente... quizás...
Pero cada mañana, la pesadilla se hacia realidad.
Sabia que debía aceptar su enfermedad para que el volcán no fuera una tentación tan grande. Sabía que no solo estaba triste, también estaba muy enfadada, rabiosa con su situación. Sin sentirse nadie, nada y ahora ademas sin nada que ofrecer, tan solo su sonrisa, la cual solo ocultaba parcialmente el hundimiento de sus ojos, antes grandes y despiertos, ahora rotos, y ocultos tras unas gafas a las que tampoco se acostumbraba... y esa rabia era tan grande....
Las cosas en su interior no iban nada bien.
La veo llevarse la mano a la cabeza, en parte para quitarse el sudor frio que la acompaña, en parte para intentar desaparecer en ese gesto... que obviamente no consigue.
Levantar la vista al cielo en busca de respuestas... que tampoco llegan.
La veo sumirse en la desesperación mientras sonríe al mundo entero y sigue haciendo lo que debe hacer, aunque no pueda soportar hacer siempre lo mismo, tan justita... La veo triste.
